ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección para 27 de marzo
La Adoración Inspira Servicio
Versículo Clave: “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” Escritura Seleccionada: |
SI DESEÁRAMOS PARAFRASEAR el tema de esta escritura, diríamos que el que no proveyó para aquellos que dependen de él, especialmente los de su propia casa, negaría la fe y sería peor que un incrédulo. Pareciera que esto se enfocaría particularmente en los deberes de un marido para con su esposa e hijos, ya que el Apóstol Pablo estaba escribiendo acerca de las calificaciones de los líderes en la iglesia que siempre eran hombres. (1 Tim. 2:12) Ya que Dios ha aprobado el matrimonio y el arreglo familiar, no le agradaría si sus siervos descuidaran sus deberes respecto a sus familias. Ellos deberían procurar seguir la dirección del Señor y la influencia del Espíritu Santo en todos los asuntos de la vida. “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” —Santiago 3:17
Si una persona que es activa en el servicio de Dios es negligente en alguna cosa que el Padre ha demostrado que esté aprobado por él, aparentemente no estaría llevando la vida de un “vencedor”. (1 Juan 5:4) Esto se nos hace aparente en las palabras, “no provee para los suyos…. ha negado la fe.” (1 Tim. 5:8) Las palabras “la fe,” parecerían incluir pensamientos y expresiones de amor, compasión, interés sincero y cuidado. Esto también implicaría ser fiel a, “la fe que ha sido una vez dada a los santos.” (Judas 3) La fe en el sacrificio del Redentor, en nuestra justificación a la vida, en las maravillosas promesas de la palabra de Dios, en el Señor y los hermanos son todas partes importantes de llevar una vida que complace a Dios. No hacer caso de las directivas de la palabra de Dios en cualquier cosa sería negar la fe de igual modo como lo sería el fracaso de guardar las doctrinas.
El enfoque de nuestras vidas debería ser, “Presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Rom. 12:1) Al mismo tiempo el Padre Celestial desea que su pueblo haga provisión razonable para los que dependen de ellos. Nuestras propias casas son nuestra primera responsabilidad. Debemos aplicar entonces las palabras del Apóstol, “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gál. 6:10) Después de la familia de la fe vendrían nuestros parientes. Por supuesto, desde el punto de vista de Dios, todos los miembros del cuerpo de Cristo serían miembros de nuestra propia familia, y su bienestar sería nuestra responsabilidad. Esto sería verdad sobre todo al examinar las responsabilidades que tendría un anciano en cuanto a su bienestar espiritual. Este aspecto de nuestra lección puede demostrarse en las palabras, “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo” (Judas 20) Esto debe hacerse con un espíritu de lealtad y devoción a Dios, y a su hijo.
Qué ejemplo tan perfecto del servicio que se nos ha dado en nuestro Señor Jesús, que siempre, y en todos los asuntos tenía un interés sincero por el bienestar de otros. Él diariamente “encomendaba la causa al que juzga justamente.” (1 Pedro 2:23) Que todos nosotros nos esforcemos por servirle a lo mejor de nuestras capacidades, y adorarle “en espíritu y en verdad” —Juan 4:24