ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 8 de julio

David Personifica la Justicia de Dios

Versículo Clave: “Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo.”
—1 Crónicas 18:14

Escritura Seleccionada:
2 Samuel 23:1-7;
1 Crónicas 18:14

EL REINADO JUSTO de David sobre Israel, como declarado en nuestro Versículo Clave, se centraba en el hecho de que él justamente ejecutaba las leyes de Dios entre el pueblo. En esto, él era típico del reinado venidero de justicia de Jesucristo y su novia, la iglesia. Cuando el ángel Gabriel anunció el nacimiento de Jesús a María, él nos dio esta verdad importante, diciendo: “Y ahora… darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS… y el Señor Dios le dará el trono de David su padre.” —Lucas 1:31,32

Poco antes de que el reinado de David se terminó y él se durmió en la muerte, él habló de un modo profético de la gobernación final de Cristo, como registrado en 2 Samuel 23:1-7. En los versículos 1 y 2, David dice que él fue “ungido del Dios de Jacob,” y que “el Espíritu de Jehová” estaba con él, dirigiendo sus palabras, como el rey sobre el pueblo típico de Dios. Jesús, a principios de su ministerio terrenal, hizo una declaración similar acerca de sí mismo, citando del profeta Isaías. “El Espíritu del Señor está sobre mí… me ha ungido.” (Lucas 4:18) Tanto en el caso de David como en el caso de Jesús, poseyendo la unción de Dios y su Espíritu era una seguridad de que eran los escogidos del Padre Celestial para ser los gobernantes de su pueblo.

David procede a decir que el que está seleccionado para gobernar entre los hombres debe ser justo, y gobernar con temor, o reverencia, hacia Dios. (2 Sam. 23:3) Siendo uno guiado así, él dice, “será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes.” (vs. 4) De nuevo, estas son palabras proféticas, hablando de Cristo. Él es la “luz del mundo.” (Juan 9:5) La luz representa la iluminación de la verdad, y así será en el reino de Cristo. Él se levantará, simbólicamente hablando, como el sol para iluminar a la humanidad con el conocimiento de Dios y sus caminos. También este será un tiempo sin los nubarrones de angustia que se encuentran hoy en todo el mundo—como dice David, “una mañana sin nubes.”

Por su propia admisión, David sabía que su gobernación no era “así con Dios.” (2 Sam. 23:5) Es decir, no era un tiempo pacífico sin nubes. La mayor parte del reinado de David se pasaba luchando contra los enemigos de Israel. Pero, en el mismo versículo él aseveró la promesa del “pacto perpetuo [de Dios], ordenado en todas las cosas, y será guardado, aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo.” David aquí habló del Pacto Abrahámico eterno, en el cual Dios prometió que a su debido tiempo, vendría una simiente, por la cual todas las familias de la tierra serían bendecidas. (Gen 12:3; 22:18; 26:4; 28:14) Aunque él fuera del linaje de Judá, la tribu por la cual se prometió la simiente, David proféticamente habló de un futuro día cuando aparecería la simiente antitípica de Abrahán.

El Apóstol Pablo habló de la simiente de la promesa del Pacto Abrahámico con estas palabras, “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” (Gál. 3:16) Es por este arreglo de pacto que David, y toda la humanidad, dirán finalmente: “Esta es mi salvación, y todo mi deseo.”



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba