ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 1 de junio

Obedezca al Señor

Versículo Clave: “Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?”
—Hageo 1:3, 4

Escritura Seleccionadas:
Hageo 1:1-11

CUANDO DIOS HIZO un pacto con Israel por la entrega de los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí, él les dijo que debían adorar sólo a él. Si obedecieran el pacto dado a ellos, Dios prometió bendecirles por encima de todas las naciones de la tierra. A estas instrucciones “todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos.” —Ex. 19:8

No pasó mucho tiempo, sin embargo, hasta que se rompiera la obediencia prometida por Israel. Cuando Moisés se demoró en bajar del monte porque hablaba con Dios, el pueblo rogó a Aarón de hacerles nuevos dioses. Aarón fue persuadido a construir un becerro de oro, a lo que el pueblo dijo: “Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.” (Ex. 32:1-4) Así comenzó un patrón recurrente de desobediencia por parte de Israel en cumplir con su promesa de rendir culto sólo al Dios de Abrahán, de Isaac, y de Jacob—el Dios que realizó milagros en liberarlos de su esclavitud en Egipto—el Dios que los escogió de entre todas las naciones de la tierra para ser su pueblo.

Dios dio a Israel una serie de fuertes advertencias que la adoración de otros dioses resultaría en la pérdida de la tierra prometida y la dispersión del pueblo entre las naciones paganas. En el cuarto capítulo de Deuteronomio, Moisés llegó a ser el primero de muchos profetas para advertir a Israel del castigo que resultaría de su fracaso de obedecer los mandamientos de Dios. Fue el profeta Jeremías que más tarde dijo a Israel que, después de tantos casos de desobediencia, Dios les quitaría su reino y les entregaría al cautiverio en Babilonia.

Junto con este castigo, sin embargo, vino una promesa de Dios de que iba a visitarles después de setenta años y efectuar su regreso a Jerusalén. (Jer. 29:10) Como siempre, Dios cumplió su promesa. En primer lugar levantó a Ciro como rey de Persia y le dio todos los reinos de la tierra. Esto estaba de acuerdo con la interpretación por Daniel del sueño del rey Nabucodonosor de que otra persona quitaría el poder de Babilonia. Ciro reconoció la mano de Dios en darle los reinos de la tierra. Cuando fue mandado a construir una casa para Dios en Jerusalén, Ciro obedeció e hizo una proclamación de que los israelitas debieron ser permitidos a regresar a Jerusalén para realizarlo. —Ezra 1:1-3

Los israelitas recibieron estas noticias con mucho gusto. Muchos volvieron rápidamente y construyeron los cimientos del templo con cantos y alabanzas para su Dios. (Esdras 3:10-11) Sin embargo, cuando se levantaron los adversarios para obstaculizar el trabajo, el pueblo abandonó rápidamente la construcción del templo para construir viviendas para sí mismos. Una vez más, no lograron mantener la obediencia a las instrucciones de su Dios. Su indiferencia ahora fue la razón principal por no obedecer las instrucciones de Dios para reconstruir el templo. Pasaron muchos años sin más reconstrucción del templo. Fue entonces que el Señor envió al profeta Hageo para pronunciar las palabras de nuestro versículo clave al pueblo.

Qué lección sorprendente que podemos sacar de este mensaje de Hageo. ¿A veces permitimos que nuestro deseo de tesoros terrenales interfiera con nuestra obediencia a la voluntad de Dios? Debemos prestar atención a las palabras de nuestro Maestro: “Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mat. 6:20, 21) Que las deficiencias naturales de Israel nos hagan más fuertes en obedecer diariamente la palabra del Señor. “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios.” —1 Sam. 15:22



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba